Cuando una sociedad es emboscada por la trampa
populista donde se crea un sistema que limita las libertades, los derechos y las
élites en el poder toman como suya las estructuras del Estado, es cuando se da
entrada a tiempos convulsos para sus ciudadanos, donde las instituciones
dimiten ante la autoridad impuesta, los mecanismos de control entre los poderes
y desde la sociedad se pierden en una maraña de discrecionalidad y las crisis
políticas toman forma en una polarización inclemente.
En ese tiempo difícil se va de a poco destruyendo esos canales de comunicación formales y de costumbre entre quienes se identifican distintos, se desestima la legalidad para darle instancias al interés sectorial, la lealtad pasa a ser elemento relevante frente al mérito o la capacidad y sobre todas las cosas, el objetivo final se centra en el sostenimiento del poder aunque este quede a distancia de la democracia.
Hoy nuestro país ha caído en esta lamentable
situación y sus ciudadanos han intentado por años emprender un camino hacia una
transición que les permita reivindicar lo mejor de su pasado y a la vez,
transitar un futuro enmarcado en la escena democrática siempre perfectible.
Cada intento ha sido luchado y lleva marcas en muchos
casos de perdidas dolorosas, pero ha tenido esa virtud de sobrellevar el peso
de los fracasos para transformarse de cuando en cuando en una nueva ola de
esperanza que se recorre en las calles y en millones de conciencias.
Hoy nuestra Venezuela vuelve a sentir esa capacidad
de poder lograr el tan anhelado cambio y para ello ha entendido que tiene como
una capacidad casi inagotable de sobreponerse frente a la adversidad.
A esta capacidad que sorprende y hoy se presente muy
viva, le llamamos RESILIENCIA DEMOCRÁTICA, que no es otra cosa que estar
determinado a superar todos los obstáculos que se presenten, en bordear las
tentaciones de rendirse que impulsa con fuerza quienes están en el poder, en
crear cercos frente a la manipulación y a la desinformación, pero sobre todo,
crear capacidades políticas que permitan decidir en medio de la inequidad, de
avanzar en medio de la incertidumbre y en tener esa infinita fuerza que produce
el actuar de forma impredecible ante la crisis.
Hoy celebro, que se cual sea el destino histórico de
esta tierra, hemos demostrado a la nomenclatura y al mundo, esta capacidad de
levantarse cuantas veces sea necesario, de saltar toda barrera y de mantener el
impulso hacia una salida que le devuelva el poder a cada persona, que encuentra
en el ejercicio colectivo y democrático, la fuerza para parir una nueva etapa
para todos.
RESILIENCIA DEMOCRÁTICA es sin duda, la fuerza más sorprendente de estos
tiempos.
ANGEL MEDINA DEVIS