LA POLITICA DE LA MENTIRA OBLIGA
A ser
VEHEMENTE, porque para poder esconder la verdad los argumentos que sustenten la
mentira deben ser expuestos con gran pasión, la mentira se debe gritar, llorar,
reír, aplaudir y vociferar, debe ser sonora y dramática para sentirse
verdadera, debe traer consigo el dramatismo que permita esconder la
racionalidad bajo el manto de la parodia.
A ser
buen ORADOR, porque la palabra perfectamente expresada es el sustento básico de
la mentira, edulcorar cada verbo y llenarlo de contenido para ofrecerlo como miel
a los que reciben el mensaje es un requisito necesario para mostrar la mentira
como catedral del saber, como argumento irrefutable que no se puede poner en
duda. Para mentir se debe saber hablar, se debe tener la costumbre de la
manipulación de las palabras y la resignificación de las cosas con total
desparpajo y sin ningún tipo de pudor.
A ser
VIOLENTO, porque mentir es un acto de fuerza que necesita expresarse con una
dosis necesaria de amenaza, al fin y al cabo, que es una mentira sino la
violencia a la conciencia y a la racionalidad, por eso mentir debe ser una imposición
a vivir en la no verdad y eso necesita
de la violencia como catalizador de la rebeldía del que piensa, como sabia que
permita aplacar las voces de quienes tengan la osadía de revelarse, la mentira
debe aplastar y proscribir a todo pensador porque son un atentado permanente y
pueden hacer que llegue la luz del saber.
A ser
INCONSCIENTE, a no sentir ningún tipo de dolor por los daños materiales,
humanos o espirituales que puede provocar la mentira hecha acción, a ni
siquiera desvelar los sueños del mentiroso que tienen la obligación de adolecer
de ataques de introspección y reflexión en cualquier momento de su día, porque
debe ser un indiferente a plenitud.
A ser
un IRRESPONSABLE, porque precisamente esta inconsciencia le lleva a ser ajeno a
la responsabilidades y efectos que conlleva la mentira que se expone y
defiende, porque todo debe resbalar y nada se debe sentir como peso en los
efectos de la mentira, la irresponsabilidad es un acto permanente del mentiroso
que debe tener en sus acciones toda la escasez de humanidad y toda la necesidad
de regodearse en su ego.
A ser
CONSECUENTE, porque una mentira te debe llevar a otra mentira y en eso se debe
ser fiel a la causa de manipular a conciencia, porque el sistema de mentiras
requiere de una habilidad real para hacer uso de la memoria, para no fallar en
la ilación de los argumentos que te permiten sostener la aberración. No se
trata de una vez, se trata de mantener y alimentar la mentira y eso requiere de
suficiente práctica, de suficiente habilidad que solo se consigue en la sistemática
acción de mentir profusamente.
A ser
SUCEPTIBLE, a moverte de forma inmediata ante lo que pudiera ser una intención
de poner en duda la veracidad que representa la mentira, se debe tener
bajísimos niveles de aceptación de la idea distinta, habrá entonces que
indignarse y rechazar de plano todo intento de poner en duda al mentiroso,
porque no puede suceder que siquiera se piense que la mentira pueda provocar
dudas.
La
MENTIRA como política es un arma de destrucción masiva que puede acabar con
vidas, sociedades y con oportunidades para los pueblos.
Artículo publicado en el portal Caraota Digital